La afición celeste amaneció con una noticia que se siente de otro nivel: Cruz Azul está a días de disputar un torneo mundial histórico, representando a toda la Concacaf. Una oportunidad que no solo ilusiona… también confirma que, cuando La Máquina toma velocidad, el sueño se vuelve posibilidad.
En Qatar, en el imponente Ahmad bin Ali Stadium, comienza la travesía. Un escenario mundialista, un clima de expectativa y un objetivo que lleva décadas rondando a la institución: competir —y ganar— contra los mejores del planeta.
La primera parada será un choque que parece escrito para una serie documental:
El Derbi de las Américas.
Este miércoles 10 de diciembre, Cruz Azul enfrentará a Palmeiras o Flamengo, quien se corone en la Libertadores 2025. Un duelo que huele a historia, a pasión continental y a ese tipo de partidos donde nadie respira hasta el minuto 90.
Si el equipo avanza, el camino no se encoge, se expande:
el sábado 13 de diciembre jugarían la FIFA Challenger Cup contra el campeón africano, Pyramids FC de Egipto. Un cruce inesperado, distinto, intrigante: el tipo de rival que convierte cada jugada en un capítulo nuevo.
Y más adelante… está el Everest.
La gran final, programada para el 17 de diciembre, con un rival que pesa como un continente: Paris Saint-Germain, campeón de la UEFA. El súper club europeo que todos conocen, todos observan y todos quieren vencer.
Entre entrenamientos, viajes y análisis, Cruz Azul camina firme, consciente de lo que significa esta aventura:
no es solo representar a México, ni a Concacaf…
es demostrar que el fútbol celeste puede competir donde pocos imaginaban.
Y el cierre de esta historia —todavía no contado— tiene una posibilidad enorme:
que Cruz Azul escriba una página que cambie su destino para siempre.
El torneo apenas comienza, sí.
Pero ya dejó claro algo:
La Máquina está lista… y quiere hacer historia.
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